Nietzsche y la crítica al Platonismo

 Introducción

Qué pregunta puede resonar tanto como un eco lejano pero que se va acercando poco a poco hasta retumbar fuertemente en nuestras paredes poco ecualizadas de nuestra conciencia cuando reflexionamos internamente sobre un posible responsable, una causa, un profundo sentido, un fundamento. Miles -desde filósofos consagrados hasta el obrero que trabaja de 8 a 8 cuya historia es la historia de muchos, pero que permanecerá en completo anonimato- se han parado, quizá, en completa quietud a mirar las estrellas en el firmamento oscuro bajo la tenue luz del gran cuerpo celeste que es la luna y se han preguntado por el responsable del devenir. Y no solo se han preguntado, sino que hay quienes han encarado la tarea y la odisea de responder a aquellos que preguntan tales cosas: Tales de Mileto, Tomás de Aquino, Aristóteles, Descartes, Lutero y, entre tantos otros, Platón. Y no solo a responder preguntas tales como una causa inmóvil causante de todas las causas, como en el caso de Aristóteles, sino también preguntas por un orden moral, una ética universal, un imperativo categórico, como el caso de Immanuel Kant. Preguntas que van desde qué es Dios hasta qué es el poder y cómo estos penetran en la cotidianidad de la vida de cada uno de los individuos desde el “origen” de la humanidad.

Así que, desde que el hombre es hombre y fue atravesado por el lenguaje y por la ilusión de la experiencia de las cosas, ha comenzado a preguntar queriendo resolver problemas, pero encontrando más de estos últimos que soluciones; sobre todo, como dice Darío, “con su pregunta predilecta: ¿por qué? La pregunta infantil, la pregunta sin sentido” . Mas como esto es una introducción y no una compilación de los diferentes filósofos que se han preguntado por el origen, la causa o el fundamento de las cosas podemos avanzar para desarrollar brevemente las ideas de un filosofo que se ha levantado y puesto a contracorriente criticado a martillazos con su filosofía a aquellos que preguntaron por el fundamento y creyeron encontrarlo creando así sistemas de creencias, de moralidad, etc., basados en esos fundamentos. Friedrich Nietzsche, filosofo alemán del siglo XX, toma su pluma como martillo y critica al Platonismo.

Nietzsche y la crítica al Platonismo

¿Por qué al Platonismo y no a otra filosofía o sistema de creencias? Primero debemos entender que, según la lectura que realiza Nietzsche, casi todo el pensamiento filosófico tradicional está constituido por una fuerte actitud metafísica, esto es, por una particular tendencia a explicar, leer e interpretar al mundo a través de la postulación de un fundamento que, según Nietzsche, es pensando siempre como inmutable, necesario y trascendente. Lo que en realidad este filósofo alemán hace es una crítica a toda la cultura occidental, pero culpabilizando primero al ideal platónico porque, según él, occidente echa sus raíces en las ideas de Platón y es por eso que da martillazos a toda la filosofía de aquél filosofo griego de siglo V a.C. Entonces, occidente, lee Nietzsche, encuentra su génesis en el ideal platónico, retomándolo, pero pasándolo primero por el filtro del cristianismo, judaizándolo.

Los cimientos de la metafísica, que parten, como vimos, desde Platón dando, posteriormente, a luz a la historia de occidente, empapan nuestros días con cuestiones tales como las creencias en las verdades absolutas, en los fundamentos, en la postulación de un sujeto objetivo, con su sobrevaloración en lo conceptual, en la razón; con su asco y su temor hacia el devenir, hacia el reconocimiento de la propia finitud y lo caótico. Queriendo crear un “más allá” como una verdad primera, única y real que está por encima de la naturaleza y el “más acá”, para así contrarrestar la propia condición de mortalidad.

Es esto último lo que Nietzsche critica y a lo que se opone; y no solo eso, sino que además advierte el advenimiento de una nueva era: el nihilismo. Nihilismo como nueva problemática, una profunda crisis de certezas, de valores, de sentido y como movimiento propio de la historia de nuestra cultura, la cultura occidental; y no solo eso, sino también como engendro de la propia metafísica y al mismo tiempo esta última como engendro del nihilismo, porque para Nietzsche la metafísica es en sí misma una forma de nihilismo, pues al subvalorar al mundo y negar la misma vida por el fundamento y repugnar y temer el devenir convierte la nada (de ahí nihilismo, de “nihil” que es nada) en realidad suprema. Friedrich Nietzsche nos adentra en una forma de pensamiento que nos lleva a reconocer que la forma de interpretar al mundo, desde el ideal platónico hasta nuestros días, fundado y constituido en valores negadores de la vida hace que resulte sumamente complejo e imposible encontrar algún tipo de sentido, pues ese modo de interpretar al mundo y la vida genera la profunda falta de significados.

Pero esta crítica de Nietzsche no va dirigida solo a la filosofía, dentro de los dos saberes críticos que vimos en Carpio , sino también al otro saber crítico: la ciencia. Porque para este filosofo la ciencia no es otra cosa más que una forma de metafísica. Citando el texto de Pardo: “ciencia e ideal ascético (metafísica), se apoyan, en efecto, sobre el mismo terreno: a saber, sobre la misma fe en la inestimabilidad, incriticabilidad de la verdad y por esto mismo son necesariamente aliados” . Pero Nietzsche no ataca a la ciencia toda, como tampoco a toda la filosofía (sino a la impuesta, a la tradicional), ataca un cierto tipo de ciencia (positivismo), porque esta no es ni puede ser la verdadera interpretación de lo real, como así tampoco ciertos sistemas de creencias o filosofías.

Pero la gestación de esta nueva era y la inevitable llegada del Nihilismo no es, según Nietzsche, positiva ni tampoco negativa, en una primera instancia; sino más bien denunciativa o enunciativa, o sea, pone en manifiesto, a luz de todos, una profunda problemática en la que se encuentra divagando el hombre moderno: la situación de orfandad. Este hombre moderno se halla huérfano de un “dios padre” que le brinde la respuesta para todas las cosas y sus preguntas, es decir, huérfano de un sentido o de fundamento último. Es una caída de todos los fundamentos y las certezas en las que el hombre moderno se hallaba seguro persiguiendo su “más allá” hasta caer en la crisis de verse en el “más acá” huérfano, pues, de todo fundamento porque como anunció Nietzsche: Dios ha muerto. Y ante este enunciado surgen dos caminos posibles: uno ventajoso pues está la posibilidad, a fuerza o poder de voluntad, de superar ese dogmatismo violento de interpretar el mundo a través de los lentes de la metafísica; pero también uno peligroso, porque al descubrir que no existe una respuesta absoluta y necesaria a las preguntas del sentido del mundo y la vida se puede caer en el profundo pozo de la completa ausencia de sentido y significación posible y quizá transitar el mundo y la vida con la angustia de cargar un sinsentido absoluto. Esto conduce a otros dos caminos posibles: uno es la completa sumisión o adoración a la razón o racionalidad científica o también a la tecnología; u otro camino posible es estancarse en la comodidad de un nihilismo pasivo o recaer de nuevo en la búsqueda de nuevos fundamentos metafísicos.

¿Y qué es lo que Nietzsche propone ante esto? Debido a que el hombre moderno ha roto su brújula, puesto que Dios ha muerto, y que “la” interpretación y “la” forma de leer el mundo, como un modo único y absoluto enraizado en los fundamentos anteriormente mencionados, han perdido su valor, Nietzsche nos muestra que sin brújula el camino es más vasto y que tras la orfandad la interpretación del mundo, de la vida y de todas las cosas se vuelve sin término; puesto que, parafraseando a F. Nietzsche, no habría hechos absolutos o una única interpretación verdadera de lo real, sino solo múltiples interpretaciones, ya que la realidad es múltiple y en completo cambio. “Dicho de otro mundo, el mundo -eliminada la hipótesis de un fundamento- pasa a ser concebido como pluralidad de fuerzas o, como afirma Nietzsche, de voluntades de poder. Y el mundo como voluntad de poder supone el estallido de toda pretensión de fundamento y verdad última y, a la vez, el reconocimiento de la perspectiva, de la interpretación y de la ficción como condición ineludible de la vida y del conocimiento” . Esto es la vida como infinito interpretativo. Entonces, Nietzsche propone ante la perdida de sentidos y fundamentos últimos la creación de nuevos sentidos, pero no inmutables, necesarios, absolutos y trascendentes, sino temporarios, provisorios y parciales. Y esto no debe entenderse como soportar la vida ni como renunciar al pensar, sino que lo que Nietzsche propone es seguir sabiendo crear sentidos a través de un modelo que ya no va a ser la razón, sino que este filosofo piensa en: el arte. “(…) el arte es la única fuerza superior opuesta a toda voluntad de negar la vida, que no solamente percibe el carácter terrible y enigmático de la existencia, sino que lo vive y lo desea vivir”. Se trata de una voluntad creadora constante y el reconocimiento finito de la creación, actitud que el artista representa en su totalidad, según Nietzsche.

Conclusión

Nietzsche realiza la crítica al Platonismo porque según él el ideal platónico es donde se enraíza toda la cultura occidental queriendo, como en el cristianismo, obtener un fundamento último, un origen de todas las cosas, un sentido; pero esta búsqueda de fundamento y sentido es lo que lleva al desprecio por la vida, la sobrevaloración y aprecio por algo que es nada, que está “más allá”, que es metafísico (más allá de la naturaleza), despreciando con total repugnancia el devenir, el cambio, etc. Y es esta búsqueda de sentido y de verdad eterna e inmutable la que nos ha llevado a perseguir una nada y hacerla nuestra realidad suprema dando lugar también al nihilismo: la perdida completa de sentido por el todo. Generando así también la imposibilidad de encontrar sentido alguno, dando lugar a una generación desilusionada, desanimada por la completa ausencia de una respuesta total y completa de todas las cosas. Pero Nietzsche ante la influencia del ideal platónico en toda la cultura occidental y el nihilismo como perdida de todo sentido, propone el arte como la herramienta que tiene el hombre moderno, considerado por él como huérfano, para poder dotar a la vida y al mundo de un sentido provisorio y poder seguir viviendo-creando multiplicidad de sentidos con su voluntad de poder y ya no rechazar lo finito ni buscar una única verdad sino aceptar que no hay verdad absoluta ni realidad única sino múltiples realidades y cambiantes y también propone amigarse con la finitud y la perdida de fundamentos y la contingencia para no negar la vida, despreciándola o resintiéndose ante ella, sino poder vivirla.


Referencias bibliografícas:

- Pardo, Rubén: “Nietzsche y el redescubrimiento de la historicidad”, en: La posciencia. El conocimiento científico en las postrimerías de la modernidad. Díaz, Esther (Ed.). Bs. As, Ed. Biblos, 1998. pp. 183-197.

- Sztajnszrajber, Darío: “La Filosofía”, en Diario Tiempo Argentino, 2015.

- Carpio, Adolfo: Principios de Filosofía, Bs. As., Glauco, 1979. Cap. III.

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